California
La tucumana Mercedes del Carmen Medina encabezó una clásica organización de trata de personas con fines de explotación sexual: regentes, reclutadores, encargados de locales, apretadores, conexiones policiales. Sus vínculos se extendieron a La Rioja y Catamarca. Fue la dueña del “Bar California”, un prostíbulo ubicado en Marco Avellaneda 666, que lograba sortear con éxito las clausuras y volvía a conseguir las habilitaciones.
Medina ejerció la prostitución desde muy joven. Vive en una casa de dos plantas ubicada en Marco Avellaneda 443, donde dispone de habitaciones que alquila a mujeres que trabajan en sus prostíbulos o en la calle. La presión judicial obligó a su madre Goya a instalar a mediados de 2014 un pequeño drugstore para poder subsistir, desde la detención de la proxeneta producida en septiembre de 2013.
A Medina se le adjudican dos locales: California, que funcionó por más de 20 años, y un local de dos plantas en el pasaje Sargento Gómez, frente a la ex terminal de ómnibus.
Un informe reservado del Centro de Reunión de Información de Gendarmería Nacional, identificado con el número TB 3-0001/33 da cuenta del modus operandi que utilizaba Medina para el reclutamiento de mujeres para la explotación sexual. El teléfono de la proxeneta estaba en el circuito prostibulario, y las comunicaciones eran constantes desde distintos puntos del país. En una de las escuchas telefónicas de la fuerza nacional (en las páginas 55 y 56 del informe) Medina habla con otra mujer y le dice que ubicará a una paraguaya en el California. En otra conversación que fue grabada se la escucha hablar con una mujer identificada como Julieta, quien le cuenta que estuvo trabajando en Catamarca pero que allí sólo había peleas, y que le recomendaban trabajar para Medina en Tucumán.
Una de las víctimas de la organización de Medina que se encuentra dentro del programa de protección de testigos, declaró en los tribunales federales y dijo que Medina la había hecho trasladar a Moroco, un prostíbulo catamarqueño. Los traslados a Catamarca los realizaría en una camioneta Ernesto Roble, conocido como El Negro, quien es pareja de Medina. Muchas de estas informaciones surgieron de los allanamientos realizados en 2012 en California.
La mujer también describió la relación y contactos que tenía con dueños de prostíbulos de Salta y de La Rioja, más precisamente Irma Lidia Medina y José Fernando “Chenga” Gómez, los sindicados explotadores sexuales de María de los Ángeles Verón. Al menos hay dos puntos de coincidencia entre Los Riojanos y la dueña de California: algunos de los días en los que se realizó el juicio de 2012 por el caso Verón, Chenga y su familia se alojaron en un galpón propiedad de la pareja de la proxeneta tucumana. Por otro lado, comparten el mismo abogado, Carlos Posse.
Medina trabajaba con sus familiares. De las escuchas telefónicas que realizó Gendarmería se desprende claramente el rol que jugaba su madre, Goya, quien seguramente también fue prostituta. De avanzada edad y con su salud deteriorada, la anciana logró evadir a la Justicia porque su actividad hoy se encuentra reducida. Sin embargo, la influencia directa que mantenía sobre su hija hace suponer que supo ser la madama originaria del negocio. “Caeles de sorpresa y pegales una buena levantada”, fue uno de los consejos que Goya le dio a su hija, y que quedó registrado en escuchas telefónicas.
El negocio familiar se desprende al analizar el rol que tenían los otros integrantes de la organización. Iván Frías, sobrino de Medina, era el encargado de amenazar y golpear a las mujeres que querían dejar el negocio o que no cumplían las reglas. Pero la madama también se ocupaba de pegarles a las chicas. Las testigos de identidad protegida que declararon en la Justicia contaron que la proxeneta utilizaba un látigo o les daba cachetadas. Una de las víctimas de esta organización relató que le quedó marcada en la frente una llave con la que la golpearon. El 26 de abril de 2013, cuando la división Trata de Personas de la Policía de Tucumán realizó un allanamiento en el California, encontró un látigo, según consta en las actas que se encuentran en la Justicia provincial.
Coimas. Para que los prostíbulos de Medina pudieran funcionar, era necesaria la complicidad de funcionarios y policías. A pesar de que en las distintas causas que se iniciaron tanto en la Justicia provincial como federal se mencionó el acceso irregular a las habilitaciones de los locales, o a la presencia de policías en los prostíbulos, nunca se investigó esta conexión.
La testigo de identidad reservada P15913 expresó que el local California era visitado habitualmente por personal policial uniformado, un inspector de tránsito, y más precisamente, un agente de la División Trata de Persona de la Policía de la Provincia llamado “Mocho”
El local de Marco Avellaneda 666, donde estuvo el bar California durante más de 30 años, se encuentra a nombre de Cristina Soria, la hermana del Negro Robles (pareja de Medina). Todas las habilitaciones municipales y provinciales estaban a nombre de Robles, a quien poco se veía por los locales. Primero fue habilitado como “Bar de Paso” y más tarde lo recategorizaron como “Bar con copera”. California fue habilitado para funcionar por el Instituto Provincial de Lucha contra el Alcoholismo, por la Dirección de Producción y Saneamiento Ambiental y por Defensa Civil. Ninguno de estos organismos, pese a las supuestas inspecciones que realizaban, se percató de las habitaciones que había en el bar.
Recién en 2012, con la sanción de la ley de Prostíbulos Cero, Medina cerró el bar, pero en el local siguió la explotación sexual, bajo la aparente fachada de departamentos privados. Una de las víctimas de esta organización firmó un contrato de alquiler, y a partir de entonces la versión oficial era que un grupo de mujeres decidió rentar el lugar para ejercer la prostitución por su propia cuenta. Las escuchas telefónicas demostraron que Medina contralaba quienes trabajaban, qué horarios cumplían, y que se quedaba con gran parte del dinero.
La organización.
El informe reservado de Gendarmería Nacional estableció los roles que había dentro de la organización.
El Negro Roberto Robles, a quienes muchas de las víctimas trataban como “don”, era el regenteador de los prostíbulos junto a Medina, su pareja.
Gregoria Medina, a quien le dicen Goya, es la madre de Medina, su principal fuente de consulta sobre cómo manejar el negocio, y quien se llevaba parte del dinero.
Juan Rafael Sarmiento, un docente que en los últimos años se encargó de llevar la contabilidad de los ingresos que generaban las mujeres que trabajaban en el California.
María Rosa Juárez se encargaba del prostíbulo ubicado frente a la vieja terminal de Ómnibus. Algunas víctimas la describieron como la mano derecha de Medina.
Susana Antonia Figueroa, quien se hacía llamar “Karina”, llevaba el control del trabajo que hacían las mujeres que trabajaban en el prostíbulo de la vieja terminal. Karina también se prostituía, y recaudaba el dinero por los pases de las chicas. También reclutaba a mujeres a través de los contactos con otras prostitutas, o recorriendo la zona del parque 9 de Julio. Es pareja de Eduardo Loto, sobrino de Medina.
Eduardo Loto, sobrino de Medina. Quedaba a cargo de los controles de los negocios cuando Medina y Robles viajaban. Tenía bajo su órbita principalmente el local de la vieja terminal de Ómnibus y de controlar a las mujeres que trabajaban en el parque 9 de Julio y que llevaban a los clientes al local.
Aníbal Iván Frías, sobrino de Medina y encargado de apretar e intimidar a las mujeres. Estuvo vinculado en causas por estupefacientes. Se ocupaba también de proveer de la droga a las mujeres que eran explotadas sexualmente, para que rindieran mejor en su trabajo.
Testimonios.
Una de las testigos víctimas describió en la Justicia cómo era el trato que recibía.
“ Era un plantel, nosotros éramos un plantel, éramos las pupilas, siempre nos ha dicho que nosotros éramos las pupilas.”; “ la Mercedes ponía las órdenes”, …” y si no aceptabas o sea se armaba el problema, porque ya venía ella te metía a la pieza, ya te daba un par de cachetadas, me decía si vos tenés que hacer esto porque si no vas…” me ha golpeado”…ella tenia un látigo…y con ese látigo, cuando una se portaba mal…nosotros hemos aprendido todas a curarse entre nosotras”… en tu bolso tenías que tener todo, tenías que tener alcohol, gasa, algodón, todo, porque si te pasaba algo vos te tenías que saber que vos te tenías que curar.”… “La Mercedes estaba acostumbrada a venír y pegarte con las llaves en la frente en cualquier lado.”
Bienes.
Los bienes que poseía esta organización prueba, como en los otros casos, que no se tratan de grandes estructuras. En la AFIP figura que Medina tiene una camioneta Chevrolet Pick up Dominio EGH079 y las siguientes matrículas inmobiliarias: 36884118, 36911480, 36896909, 34554504, 34543932, 34567008, todas con un porcentaje de titularidad del 50% (fs.270).
La testigo VP14913 relató que en una libreta se anota el dinero que se les debe y las bebidas que se consumen, y que los preservativos debían conseguirlos en los Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS).
Los pases se realizaban en una habitación con una cama, de una solo sábana que debían llevar las chicas y un tacho de basura para tirar los preservativos a los tachos de basura. Otra testigo, identificada como P15913, fue obligada a trabajar hasta los ocho meses de embarazo.