El negocio del sexo, una cuestión de familia.
Las redes prostibularias de Tucumán
Karina carraspea constantemente. Su garganta le ha comenzado a pasar factura por los años de cigarrillo y noches desveladas. Pero no se arrepiente. Dice que entró al mundo de la prostitución sin darse cuenta, y que por más que se prometa que dejará esa vida, cada año cuesta un poco más.
Tiene más de 40 años y comenzó a prostituirse a las 17. Al principio creyó que lo hizo por necesidad, para mantener al hijo que parió un año antes. Hoy cayó en la cuenta que empezó a vender su cuerpo incitada por su entonces pareja, que terminó manejando sus horarios, sus clientes y sus lugares de trabajo. Como muchas otras mujeres que son explotadas sexualmente. Los prostíbulos eran lugares de pésima estructura, humedad en las paredes y pinturas vistosas pero de baja calidad. El negocio del sexo no requiere grandes inversiones en la estructura edilicia.
El ingreso al mundo prostibulario a través de las parejas es un denominador común. Karina tuvo tres “maridos”, hasta que se “independizó”. En más de 20 años en los que lleva en la prostitución, pasó por varios prostíbulos. Tuvo clientes policías e inspectores municipales. Con la sanción de la ley conocida como “Prostíbulos Cero”, en 2012, empezó a trabajar “por su cuenta” con dos amigas, en la casa de una de ellas. Estuvo presa un par de veces luego de allanamientos a prostíbulos.
Las organizaciones en las que estuvo se basaron en un esquema familiar. El proxeneta manejaba el negocio a través de su “mujer”, que originalmente fue prostituida. Los hijos, hermanos, primos, también formaban parte del negocio. La confianza es primordial para llevar adelante el negocio. Así lo describe el abogado Carlos Garmendia, especialista en la lucha contra la trata de personas.
Los departamentos privados como los de Karina y sus amigas proliferaron en Tucumán desde que la apertura de los prostíbulos dejó de ser pública. Se estima que hay más de 40 casas o departamentos en los que se ejerce la prostitución. También circulan teléfonos de contactos de servicios de strippers o “masajistas” a domicilio. Las mujeres y travestis buscan clientes en la calle o en bares de la zona del parque 9 de Julio, del Casino o barrio Sur.
El negocio se vislumbró con los primeros allanamientos que se realizaron en 2010, donde quedaron expuestas las mujeres explotadas sexualmente, las únicas que debieron dar explicaciones en la Justicia en ese entonces.
Sin embargo, sólo el 20 % trabajaría por su cuenta. El resto debe rendirle tributo a un proxeneta o a una red vinculada a los grandes prostíbulos de Tucumán, obligados a cerrar en 2012. A pesar de la ley de Profilaxis vigente desde la década del 20, en Tucumán los prostíbulos tuvieron las puertas abiertas y la oferta de prostitución era explícita.
Hace cinco años, usuarios de internet elaboraron el “mapa gatero” de Tucumán con los datos de los lugares de oferta de prostitución.
Mapa Gatero:
Las organizaciones se basaron en un esquema familiar. El proxeneta manejaba el negocio a través de su “mujer”, que originalmente fue prostituida. Los hijos, hermanos, primos, también formaban parte del negocio. La confianza es primordial para llevar adelante el negocio.
Esta característica se repite en todo el país. Un ejemplo claro, aparte de las organizaciones desarrolladas en otros puntos del presente trabajo, es el del clan Medina-Gómez, vinculado a la desaparición de María de los Ángeles “Marita” Verón. La defensora General de la Nación Stella Maris Martínez, afirma que las mujeres prostituidas suelen convertirse en proxeneta, repitiendo con otras personas la vida que les tocó.
El abogado Carlos Garmendia, especialista en el combate de trata de personas, cuenta que en el Instituto Provincial de Lucha contra el Alcoholismo, hasta hace cinco años, asesoraban sobre el trámite para conseguir la habilitación para cabarets.
Ese fue el esquema que se pudo observar en el caso de los prostíbulos de Santa Cruz (como Las Casitas en Río Gallegos), donde las principales regenteadoras eran mujeres que habían sido explotadas sexualmente desde su adolescencia.
El abogado Carlos Garmendia, cuenta que en el Instituto Provincial de Lucha contra el Alcoholismo, hasta hace cinco años, asesoraban sobre el trámite para conseguir la habilitación para cabarets. Así se lo dijo una empleada al orientarlo sobre los requisitos para los prostíbulos.
Las organizaciones tucumanas no son millonarias, aunque el negocio en general es millonario. Pero el análisis del patrimonio de cada uno de los integrantes muestra varias propiedades inmuebles, distribuidas entre los miembros familiares del clan.
Actualmente un "pase" en un prostíbulo es cobrado, en promedio, $160. Se calcula que una mujer atiende unos 10 clientes por noche, es decir $1600 por noche ($9600 por seis días a la semana). Es decir, unos $ 38.000 al mes, afirmaron especialistas de lucha contra la trata de personas en Tucumán. Si esa cifra se multiplica por las, al menos, 10 mujeres que son explotadas en prostíbulos, se puede dimensionar la ganancia del negocio.
En la fundación María de los Ángeles afirman que según los testimonios de mujeres que estaban en prostíbulos en 2012, cuando se empezaron a cerrar, los fines de semana la facturación diaria era de $60.000, lo que proyectado a 2015 rondaría los $ 180.000.
Pocas mujeres pernoctaban en los prostíbulos, y trabajaban a cambio de un canon que en algunos casos superaba el 80 % de lo recaudado, además de un mínimo de “pases” por noche. La conexión con otras provincias también posibilitaba la rotación de mujeres en “plazas”.
La Justicia avanzó en los últimos dos años en causas en contra de las organizaciones tucumanas. En dos casos hubo sobreseimientos y detenciones, y en otros dos casos hay investigaciones en trámite.
En los tribunales federales de Tucumán se tramitan casi 60 causas por trata de personas, de las cuales solamente cuatro corresponden a explotación laboral. El 2014 se realizó el primer juicio oral que terminó con dos mujeres condenadas (una de ellas era una proxeneta del sur). Este año podría realizarse el juicio oral en contra de la organización que habría dirigido Mercedes Medina, y que estaba integrada por su esposo, sus primos y sobrinos. El debate mostraría cómo el negocio del sexo en Tucumán necesita de una organización aceitada, integrada por familiares y aprovechándose de las carencias económicas de las mujeres explotadas.